CUENCO Tibetano para Yoga con Flor de la Vida 2
Cuenco tibetano sonoro para Yoga con una imagen de la Flor de la Vida en su interior y con un sonido claro y una rica paleta de matices
Fabricado en India
Peso gr: ±1050-1200
Medida cm: ±21
Material: Bronce
¡Atención! Usted debe pedir los mazos para los cuenco por separado.
Símbolo de la Flor de la Vida
La Flor de la Vida es uno de los símbolos más reconocidos y poderosos de la geometría sagrada, presente en la naturaleza y en múltiples tradiciones espirituales. Representa la unión y la interconexión de todas las formas de vida en el universo, siendo un emblema ancestral de armonía y totalidad. Este símbolo es conocido y valorado en numerosas culturas del mundo.
Cada cuenco es una pieza única, por lo que su diseño, tonalidad y acabados pueden variar ligeramente con respecto a la imagen de referencia.
El cuenco está elaborado con una aleación compuesta aproximadamente por un 77-78% de cobre, un 22% de estaño y pequeñas cantidades de otros metales que aportan estabilidad y brillo.
Nota importante: los mazos o baquetas necesarios para hacer sonar el cuenco deben adquirirse por separado.
Proceso artesanal de martilleado a mano:
La creación de los cuencos sonoros se realiza íntegramente mediante un proceso manual de martilleado. Cada pieza se moldea con precisión, pasando por varias etapas de conformado y acabado hasta alcanzar la forma y el sonido ideales.
El proceso comienza con la fusión en horno de una combinación de metales —como cobre, acero, zinc, hierro, plomo, oro y plata— cuya proporción depende de si se elabora un cuenco de bronce o de siete metales. Una vez fundido, el metal se vierte en moldes adaptados a distintas medidas y pesos. Tras enfriar, estos moldes se cortan en discos metálicos del tamaño y espesor requeridos.
Posteriormente, se apilan entre cuatro y cinco discos y se calientan hasta adquirir un tono rojo intenso. Mientras el metal permanece caliente y maleable, un grupo de artesanos expertos lo golpea cuidadosamente para darle la forma deseada. Este trabajo solo puede realizarse mientras el metal conserva su temperatura y flexibilidad, ya que al enfriarse se endurece y podría agrietarse o romperse. La cantidad e intensidad de los golpes varían según el diámetro y el grosor de cada cuenco.
Una vez lograda la forma general, el cuenco se trabaja de manera individual para uniformar su tamaño y perfeccionar su estructura. En esta etapa, también se calienta y martillea nuevamente para afinar su sonido característico. Finalmente, cada pieza se cincela y pule minuciosamente, tanto en el interior como en el exterior, hasta alcanzar un acabado brillante y equilibrado, propio de los auténticos cuencos tibetanos martillados a mano.
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